A muchos nos suele ocurrir automáticamente que después de haber cometido un error nos deprimimos, y entonces a raíz de eso no hacemos sino agravar más y más nuestros fallos. Gracias a jugar al ajedrez, he visto eso mismo en mí. Después de plantear un buen inicio, cometo un error garrafal. Me deprimo, cometo más errores y así acabo perdiendo la partida estrepitosamente.
Gracias a la Enseñanza, me doy cuenta de que automáticamente sigo ese guion en toda mi vida: buen inicio -> error -> depresión -> más errores -> abandono/pérdida total. “eso” se debe a que hay inscrito en mí un adónde del otro, una instrucción codificada en mi inconsciente, a la que sigo y desde la cual, por yo no ponerle un corte, genero estragos en mi vida.
El Viaje de Enseñanza reciente, en el que participé en enero, me enseñó un nivel de solución. Aún no llegué a disolver el problema, pero sí encontré una vía con que protegerme en cierto nivel.
Un día me puse mucho las pilas, hablé en muchos momentos, aporté en reuniones, disfruté… O sea, obtuve un saldo positivo del día. Sabía que al día siguiente mi yo trataría de “pasarme factura”, y así fue: cometí muchísimos errores, y cada vez iba a peor. Lo “natural” en mí hubiera sido deprimirme, no hablar más y así empeorar mi fracaso a niveles horribles.
Sin embargo, me di cuenta de que en realidad el guion automático en mí es como una rueda. Cuando estoy arriba, el movimiento automático será hacia abajo. No obstante, si sigo metiendo gasolina en el motor y moviéndome, la misma “lógica” debería impulsarme hacia arriba. O sea, si arriba -> abajo, entonces abajo -> arriba.
Por tanto me aseguré de no deprimirme, sino enfocarme en continuar intentando aportar, hablar en los momentos, reír, hacer chistes… y ¡funcionó! A punto tal que, al final del Viaje, fui el único Compañero europeo que había mantenido el ritmo durante todo el trayecto.
Todavía no di respuesta ante el adonde del otro de “acepto-rechazo”, pero ya le he quitado un arma. Tal vez es una resolución un poco “bruta” -en tanto no disolví el problema-, pero a mí me está ayudando. Ya me permite pensar con claridad en el momento de tormenta, reorientar el barco, seguir adelante… Lo cuento como un avance para mí.