Exactamente antes de que iniciase una charla que iba a brindar ante cientos de personas, me llegó un mensaje: mi ligue barcelonés se había encontrado novio. Nunca habíamos tenido una relación formal, pero eso no significaba que no se trastocaran mis planes poscuarentena. 


Lo automática en esas situaciones habría sido ponerse triste y dejar que eso afectara a mi charla. Sin embargo, también puesto que iba a hablar de las relaciones interpersonales desde el paradigma de la Magia, ¡me di cuenta de que esa casualidad incompatible en realidad yo la podía usar para favorecerme!


Asi que, en vez de ocultar lo que densifiqué, la usé para relacionar más conceptos y aplicaciones prácticas durante la charla. Transparenté que, si yo había densificado el corte, era por desde dónde había creado ese vínculo: una relación informal, perecedera, que nunca fue seria. Eso me muestra el mismo problema que inunda mi vida: dejar las cuestiones en los inicios.


Entonces, usé esa misma coyuntura para ir más allá de los inicios: profundizar en lo que quería enseñar en la charla. Así generé una energía diferente, se me ocurrieron nuevas ideas, ¡me favorecí a mí mismo! En adelante, me toca profundizar todavía más para disolver el problema, y no solo resolver el momento inmediato.