En estos meses recientes, fastidié una relación laboral que yo tenía con un cliente. Dicho de manera resumida, me enviaron una serie de evaluaciones (con parte de las cuales no acordé) acumuladas a lo largo de un año. Se supone que esas cosas deben enviarse sobre la marcha porque ayudan a que el empleado mejore, pero no solo no me las enviaron hasta muy tarde, sino que las dejaron acumular y pensaron que yo incumplía el contrato subcontratando a terceros (cosa que no se puede hacer, sería una infracción). Ante todo ese lío, generé fuertes discusiones, y aunque después llegamos a hacer una revisión completa, quedó bastante difícil el contacto desde entonces entre la empresa y yo.
Con la mente más fría desde entonces, puedo hacer un análisis retrospectivo, y veo que de entrada, al enfadarme, seguí el ado de combate hacia fuera. Aunque no acordé con ciertas prácticas del cliente, en definitiva sí habían detectado errores míos. Cuando te equivocas, tienes que responsabilizarte de tu error, por más que pienses que el otro se equivocó también, y aun cuando tienes razón en tu lectura (si ese es el caso).
Sin embargo, consideré que dejar el tema en ese nivel era una lectura muy superficial, así que continué profundizando. ¿Qué era lo que me había molestado realmente? En un primer momento, me dije que lo que más me fastidió es que, en las evaluaciones, se planteara que yo me había equivocado al usar estrategias donde las traducciones (soy traductor) no siguieran la letra del original (o sea, que no fueran muy “palabra por palabra”). Ese planteo contraviene todo lo que aprendí en la universidad. Pero no estaba ahí el punto, tuve que seguir sutilizando (qué en qué, qué me molesta que me molesta lo que me molesta; es un principio fundamental de la alquimia develada por el Método).
En nombre de seguir el enfoque profesional que yo había aprendido (usar traducciones liberales, dar creatividad y alas al texto), había introducido errores al mismo tiempo, y yo no lo había diferenciado. Ahí permití que se arraigara el problema. El cuadrante posible del Peirce (uno de cuyos adóndes automáticos es el combate hacia fuera) tiene por falla en el desde dónde “creer que ya estás en Método”. Yo creía que ya estaba aplicando el criterio con el que yo me comprometí, pero en realidad hacía cualquier ocurrencia, dándola por válida solo porque era lo primero que se me venía a la cabeza, en nombre de una supuesta creatividad.
¿Cuál es la solución? ¿Dejar afuera toda creatividad? ¿Volverse un apegado a enfoques que ya fueron desacreditados hace 50 años? ¿Quedarme en hacer como 1+ (o sea, uno más del grupo, lo mismo que todos los demás), solo por miedo al famoso “traduttore, traditore” (traductor, traidor)?
No. La solución está en conectar con el Referente que aporta el Método, seguir aplicándolo, que se me haga necesario no cesar de escribirlo.
Hace 7 años, JL (el Director de la Escuela) me había aportado una Clave fundamental, que integra aplicación de Método a mi campo laboral. Jorge Luis Borges había afirmado:
«No soy de aquellos que juzgan que místicamente toda traducción es inferior al original. Muchas veces he sospechado, o he podido comprobar, lo contrario. (…) Así también, las prolijas versiones literales de las 1001 noches (Lane, Burtoun, Mardrus, Littmann) insinúan e imponen la sospecha de que el resumen de Galland es harto superior al texto árabe. No nos asombren tales hechos; presuponer que toda recombinación de elementos es necesariamente inferior a un arreglo previo es presuponer que el borrador 9 es necesariamente inferior al borrador H ya que no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la superstición o al cansancio. (…) Joyce dilata y reforma el idioma inglés; su traductor tiene el deber de ensayar libertades congéneres».
O sea, un referente por el cual el traductor debe tener carta blanca para «mejorar» los textos originales. Lo cual es una revolución que trasciende el mito imperante de “traductor, traidor”.
Un referente por el cual la traducción no solo no es inferior o igual al original, sino que puede mejorar al texto con el que se trabaja. Eso ya no es cuestión de 1+, sino que abre todo un camino para revolucionar un campo entero, como lo es la traducción, desde Aplicar Método. Ese camino es el que decido transitar, gracias al Aporte de JL.
Ahora bien, tengo que cuidarme protegiéndome de pensar que cualquier idea que se me ocurre ya es Metódica. Para aplicar tal Protección, tengo que impulsarme usando la misma fuerza del cuadrante donde yo me había atrapado inicialmente. Pues ¿acaso puede alguien mejorar algo (lo que sea) de un campo, si no se interesa en hacer los circuitos que ya hacen las personas que participan en ese campo?
Gracias al Método, no tienes por qué depender de saberes, pero eso no significa dejarlos afuera. Aplicando Método vas a llegar mucho más lejos que cualquier médico (si te dedicas a la medicina), ingeniero (si te dedicas a la ingeniería), cineasta (si te dedicas al cine)... Es más, muchas veces puede ser que te las tengas que ver con oportunidades de esos campos (si por ahí pasa tu resultado) sin tener saberes previos al respecto, e incluso entonces el Método tiene Respuesta, tiene Soluciones, Orientaciones…
Dicho esto, si vas a dedicarte a ese campo, ¡tienes que integrarlo también! Un traductor de poesía que quiera mejorar la poesía de otros tiene que integrar a la poesía en sí mismo, pensar y obrar como poeta, no exceptuarse de los circuitos que hace un poeta más.
En mi caso, quiero hacer traducciones que mejoren las novelas, videojuegos, guiones, comedias, etc., con las que trabajo. Entonces, tengo que interesarme en conectar con cuáles son los fundamentos de esos campos. De mí depende entonces también ordenar cada una de las cuestiones que recorro usando las Herramientas de Método (tal cuestión es un resultado, tal cuestión es más un por dónde, etc.).
Esto se traduce en que una de mis primeras decisiones es aprender yo también los fundamentos de escritura, de comedia, de guionado, etc., para entonces ordenar mejor, desde mi aplicación de Método, mis decisiones al traducir. Por ejemplo, entre varias cuestiones que estoy incorporando a mi formación desde este año, estoy escuchando conferencias de monologuistas, escritores, desarrolladores y escritores de videojuegos…, para impregnarme de lo que ellos también vivencian. Próximamente, mis siguientes pasos también incluyen sumarme a cursos donde yo produzca escritos, guiones, historias, todo un material con el cual yo también me autorice a mejorar los textos que traduzco.
¿Me llevará tiempo? Por supuesto, mucho, de hecho. Pero ¿qué más da? Hay que poner fin a esa idea de “me preparo durante 4-5 años de universidad y listo, ya tengo el lugar comprado en lo laboral para el resto de la vida”. No significa que uno tenga que encadenarse para siempre a una seguidilla eterna de grados, másteres y demás títulos universitarios, pero las oportunidades en cuanto a formación -en todos los registros- e investigación son continuas, no tienen por qué acabar en un plazo x.
Es más, no exagero si les digo que, solo contabilizando Actividades de Escuela, desde aprox. 2017 mi horario dedicado a mi formación (pues la Escuela también incluye formarte en muchísimas cuestiones) supera las 40 horas mensuales. Y se incrementa cada vez más, lo cual es un lujo, porque también lo integro con proyectos, excursiones, viajes, experiencias sociales… Todo gracias al Método. Es para toda la vida, en serio, a lo largo y a lo ancho.
Ahora bien, en esa formación extra como 1+ que estoy desarrollando no concluye el viaje. Recordemos, eso es solo el primer cuadrante. Quedan otros tres más para hacer todo el Viaje Peirceano. ¿En qué consisten? Eso mismo tengo que recorrerlo yo también, y a medida que lo haga, les iré compartiendo por aquí mis hallazgos y avances. ¡Nos encontramos en la próxima entrada de blog!
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Ramsés Cabrera Olivares
Soy enseñante habilitado por la Escuela a nivel explicativo desde 2017. También participo en la Comisión Directiva de Canal MMAPPA, la revista de la E.D.I.P.O. Enseño la Enseñanza a través de distintas conferencias profesionales, videoblogs, podcasts, directos de Instagram, programas en redes sociales, canales de Youtube, entre otros medios de comunicación.