Muy vergonzosamente, durante dos meses seguidos falté o llegué tarde a las reuniones de una misma Actividad Introductoria. Me da muchísimo asco permitirme tal terrible falta. No es lo que yo quiero, es una estupidez, una burrada y una irresponsabilidad.


Ahora mismo tengo muchísimo miedo; sé que puedo perder muchísimas cuestiones por actuar la enfermedad que demanda mi yo. Si yo no pongo un límite ante mi caída, “eso” cada vez va a chuparse más y más de mi vida.


Dicho esto, ese miedo no es el miedo paralizante. No puedo permitir que lo sea. Cuando hablamos de usar el miedo, la angustia, el asco, etc., en Enseñanza, no se trata de lo que el ego piensa que son cada una de esas herramientas.


Todas esas fuerzas, si son paralizantes, no me convienen. Para ser más exacto: si son paralizantes, proceden del ego. No puedo permitir que mi miedo me impida enfocar mi mente a mi plan.


En una guerra, el capitán del ejército tiene miedo, pero es el miedo con el que agudizar el pensamiento y los sentidos. Es el miedo con el que generar adrenalina, y usar esa fuerza para abarcar los circuitos que antes no habías abarcado.


Aunque suene a retruécano, no hay que tener miedo a conectar con el miedo. Tampoco se trata de hacer grandilocuencias mentales. Aterrarse entero, si después no te mueves un centímetro, no sirve de algo.


Yo mido la eficacia de mi miedo en función de cuánto me ayuda a moverme. Si no me ayuda, es un miedo falso que hay que bloquear. Incluye el miedo en tu plan y podrás elegir cuándo, cuánto y para qué sentirlo.


En la medida en que yo avanzo -usando al miedo- al respecto de Responder ante la ausencia que me permito, también lo he de ubicar a través de este blog.


***

Ramsés Cabrera

Soy enseñante habilitado por la Escuela a nivel explicativo desde 2017. También participo en la Comisión Directiva de Canal MMAPPA, la revista oficial de la E.D.I.P.O., y desde hace varios años doy conferencias enseñando la Enseñanza principalmente a través de la traducción y la interpretación, en español e inglés.