Después de haber intentado robar un contacto, yo me había comprometido -y me comprometo- a demostrar en mi día a día dónde bloqueo el condicionamiento automático que me lleva a cometer acciones tan bajas. Y pensé que venía cumpliendo la palabra que di.
Sin embargo, durante una reunión que celebramos en la Escuela, cuando traté de presentar cierta propuesta que pensé que había creado yo, mis compañeros me hicieron ver que en realidad que eso que yo había dicho en realidad lo había indicado antes una Compañera, y yo lo había tratado hacer pasar eso como si fuese algo mío.
Al principio, no había entendido a qué se referían, porque me había parecido que, aunque no había explicitado el nombre de esa Compañera (porque yo no lo recordaba), sí me había parecido decir que estaba refiriéndome a aportes que habían hecho otros Compañeros.
La cuestión es que tuve que ir al informe de una reunión de la semana previa para ver que, en efecto, esa Compañera había dicho exactamente lo que yo había pensado que se me ocurrió a mí. Y yo, dejándome arrear por los condicionamientos automáticos de mi psique, me había hecho creer que se trataba de una idea que se me había ocurrido a mí.
O sea, problema doblemente grave: no solo volví a robar la idea de una compañera, sino que de entrada me había convertido yo en objeto a punto tal, que permito que mi yo decida qué registro y qué no.
Solamente cuando yo demuestre que no solamente no robo, sino que tampoco permito que mi ego me robe lo que se le ocurra robarme, seré yo. Si no cumplo esto, soy tan solo un pelele de mi ego.
Ramsés Cabrera