El ego -ese cúmulo de límites en nombre de “no puedes, no tienes, no debes, no sabes”, que te dijeron, que está en ti pero que no eres tú- trata de usar cualquier excusa para detenerte. Una de esas justificaciones es el famoso “no tengo tiempo”. Así millones de personas se lavan las manos, excusándose de hacer lo que dijeron que quieren hacer.


Yo también me doy cuenta de que eso está en mí. En mi camino, que también incluye mi resultado de crear y hacer crecer mi propia empresa de traducción -lo cual me exige desarrollarme a mí mismo, a nivel de mayores responsabilidades, atención y presión, todas cosas que al “niño en mí” no le gustan un pelo-, cada vez voy recibiendo más encargos, es decir, más elementos a los que atender.


Tampoco nos hagamos los “supermanes”, el tiempo es el que hay. El Camino de la Magia no consiste en que te sobrecargues, el día tiene 24 horas y no es siquiera saludable suponer que puedes trabajar todos los días 20 horas y seguir de rositas como si nada.


Ahí entra el “no tengo tiempo”. “Como ya tengo ocupada toda la agenda, no puedo hacer más, me quedo satisfecho con este nivel”. Parece muy razonable, ¿no? Pero ahí ya está el “no” que se le ocurrió al yo, es una renuncia a encontrar nuevas vías con que integrarlo todo. Claro está, para que venga la inspiración, primero hay que reconocer que el paradigma imperante que te dice “no puedes hacer más porque no tienes más tiempo físico” es un problema del que hay que tomar distancia. 


Gracias a hablarlo en oportunidades de Enseñanza y aceptar que el Método me enseña a integrar los dos polos que parecen opuestos -sean los que sean, en la situación que sea; en este caso: “no saturarme” y “generar la mayor productividad que quiero”-, me di cuenta de una solución sencilla con que alargar circuitos sin agotarme: ¡delegar funciones! 


A mi yo no le gusta un átomo, porque significa relacionarme con gente -las personas a las que subcontrato-, asumir mayores responsabilidades -la gestión de todo un equipo al que derivar los encargos-... pero también es cierto que todo eso ¡me beneficia! Significa generar mayor productividad en tiempos más compactos, obtengo más espacio para dedicarlo a nuevas cuestiones que quiero hacer -por ejemplo, proyectos míos en la Escuela-, recibo mientras tanto más beneficios por una menor inversión de energía… ¡Todo ventajas!


Cuando aceptas atravesar la justificación por la que el yo pone el “no”, ¡descubres que más allá hay todo un nuevo y emocionante universo por descubrir!


***

Ramsés Cabrera

Soy enseñante habilitado por la Escuela a nivel explicativo desde 2017. También participo en la Comisión Directiva de Canal MMAPPA, la revista oficial de la E.D.I.P.O., y desde hace varios años doy conferencias enseñando la Enseñanza principalmente a través de la traducción y la interpretación, en español e inglés.