Es una enfermedad humana que yo no cumpla mi palabra. No hacer lo que dije que quería hacer es lo que se puede denominar la “nada”, y es tóxica. Es la vertiente más primitiva y burda de dejarse llevar por los condicionamientos automáticos. No mover un solo dedo hacia donde dije que quiero ir. Cero energía.


Sin embargo, esa nada no se resuelve simplemente con hacer por hacer. Ponerse a hacer según los condicionamientos automáticos del ego es lo que llamamos “desde el yo”. Como el que, después de nunca hacer ejercicio, se cree que ya se entrena solo por caminar un poco tres veces a la semana en el gimnasio, mientras no considera todos los grupos musculares, qué objetivos de entrenamiento se establece, si los está cumpliendo con continuidad…


El humano se pasa rebotando toda su vida entre esos dos polos: la nada y el desde el yo. Esa enfermedad también está en mí. En una actividad, yo me había comprometido a conseguir unas botellas especiales. Sin embargo, luego olvidé el tema, y solo volví a recordarlo cuando otro compañero lo comentó en los correos que compartimos dentro de la Escuela. 


Luego, la “solución” que pretendí tomar fue solo en lo denso: ayudar a conseguir el resto de botellas adelantando el dinero. No obstante, no solucioné la enfermedad originaria: rebotar entre el desde el yo o nada. Y así pues, por hacer desde el yo, densifiqué que el envío de las botellas quedara parado en aduanas, lo cual significaba más espera, después de la que ya me había permitido al depender de que otro me recordara lo que yo había dicho querer hacer.


Gracias a aportes de varios Compañeros, me doy cuenta de todas estas cuestiones. Ahora tengo que lidiar con las repercusiones de lo que yo mismo generé. Gracias a la situación, tengo la marca que me muestra lo profundamente problemático que es dejar pasar la vida rebotando eternamente entre las dos paredes de “nada o desde el yo” que mi ego dicta.



Ramsés Cabrera