Tengo la fortuna de recorrer Actividades de Enseñanza muy Elevadas. Ahí también JL nos propicia recorrer secretos muy profundos, y mi compromiso para recorrer todo eso es respetar los referentes situados vez a vez.


JL abrió una sesión preguntando quiénes habíamos considerado ciertas indicaciones que había brindado en la ocasión anterior, junto con otros referentes. Varios Compañeros llamamos. JL nos hizo ver que, mientras nos perdemos pensando en cosas que sí hayamos hecho -aun si fuesen importantes de verdad-, todos por igual nunca miramos a lo que ninguno consideramos, y eso nos pudre todo.


Otra vez nos hizo atender a que ninguno de nosotros habíamos siquiera dicho algo, durante más de dos días de oportunidad continua de un Festejo muy importante que habíamos recorrido durante la semana pasada, acerca de qué vamos a hacer con las conexiones de los sistemas de la Escuela. Permitimos que esas conexiones las decida el otro, y así cada vez generamos más cortes, interrupciones, fallos…


Ante la oportunidad de abordar un asunto tan cotidiano desde Enseñanza, me enceguezco y no lo considero, mientras me hago creer que sí estoy aplicando lo que JL me Aporta. Y no solamente eso, sino que, inmediatamente después de que JL haya realizado todas esas Intervenciones analíticas, cuando vuelve a preguntar si alguno de nosotros consideramos lo que había aportado la semana anterior, otra vez dije que sí, contradiciéndome a mí mismo en lo que recién yo también había reconocido gracias a las indicaciones de JL.


O sea, según JL termina de hacer sus aportes, automáticamente las ninguneo, haciendo como que no las hizo. Y así, tachando lo que mi yo ordena tachar, me pudro la vida. No soy yo hasta que yo demuestre continuamente que sí aplico todas las indicaciones que me brinda JL, impidiendo que se instale el ninguneo que está inscrito en mi yo como automatismo.


Ramsés Cabrera Olivares