Que apasionante es la vida gracias a estar en la Escuela E.D.I.P.O. y tener el privilegio de aprender de las develaciones que José Luis hace respecto de las problemáticas actuales, lo que la humanidad esta atravesando en estos tiempos y lo que a cada quién nos toca en lo particular.
Gracias al Método aún con las complicaciones que hay en la situación económica en Argentina, logro con mi empresa cada vez más ventas y un crecimiento exponencial en las ganancias. Además estoy construyendo mi casa propia haciendo una gran inversión de dinero y terminé junto a mi socio una cabaña para alquilar a turismo.
Por un lado siento la satisfacción de lograr cuestiones en mi vida que antes parecían imposibles de lograr y es gracias a lo que aplico del Método que hoy las hago posible! pero por otro lado veo que eso es crecimiento en las áreas que al yo le interesan, pero no es que en eso que logro puedo conmensurar que yo también crezco en eso que crece.
Digo esto porque en lo que hace a mi recorrido interior, hay lugares en los que yo digo querer estar y que no me dirijo a hacer posible estar ahí. Me refiero puntualmente a los lugares de Enseñanza más elevados que brinda la Escuela E.D.I.P.O. y donde yo cobardemente evito entrar.
Una de las cuestiones que aún no logro en mi vida y que yo si quiero lograr, es generar y habitar mi relación en pareja, y gracias a lo que puedo ver en mi recorrido, para yo habitar el lugar de hombre en mi tengo que desidentificarme del pendejo y viendo hacia lo idéntico en lo diferente, en todas las áreas de mi vida me freno cuando tengo que habitar el lugar de adulto.
Actualmente lo que esta sucediendo en la humanidad es escalofriante ya que hay un doble discurso como se puede ver en el mundial de futbol donde se habla de la integración de la humanidad mientras que en Qatar esta lleno de discriminación. Ese doble discurso en mí esta en que digo que quiero ponerme del lado de lo divino en mi vida, mientras que pasan los días, las semanas, los meses y yo sigo afuera de los lugares que quiero habitar por el único y bochornoso motivo de que no me dirijo a entrar.